viernes, 1 de julio de 2011

Los delirios de un dictadorzuelo

Carlos Burgos y su intento por arrebatarle un terreno a un colegio

El alcalde de San Juan de Lurigancho, Carlos Burgos, tiene por costumbre sorprender de forma no tan grata a los vecinos del distrito y a la opinión pública en general. En estos casi cinco años de gestión, Burgos, por ejemplo, ha cambiado hasta dos veces de partido político durante una misma campaña municipal.

Ordenó, también, la cancelación de la construcción del hospital de la solidaridad por la gestión de Susana Villarán, días antes a su inauguración.

Incluso, durante la misma, agentes de serenazgo de SJL -actuando como matones- prohibieron el ingreso de los pacientes, a quienes, además, un grupo de personas incomprensibles -al servicio de Burgos- les lanzó huevos.

Resulta que ahora, este alcalde, quiere arrebatarle un terreno de más de 21 mil metros cuadrados al colegio Antenor Orrego, institución educativa emblemática del distrito.

Demostrando una falta de criterio asombrosa y un carácter dictatorial preocupante, Burgos se ha enfrascado en un lío judicial con este colegio para apropiarse del área donde ahora funcionan pabellones de aulas y canchas de fútbol.

El argumento que ha dado la municipalidad de SJL es que el área ocupada por el colegio no le pertenece ya que está registrada como espacio público. Por tal razón, Burgos ha anunciado la construcción de un parque zonal en dicho espacio.

Si bien es cierto que el terreno está registrado como un parque, Burgos parece estar olvidando -convenientemente- ciertas medidas legales.

Tras 27 años utilizando el espacio, el colegio Antenor Orrego buscó regularizar su situación ante la Municipalidad de Lima. En 1991 la comuna limeña emitió la resolución n° 420 que ordenó el cambio de zonificación del terreno de ‘residencial’ a equipamiento ‘educativo’. Según la ordenanza, la medida fue decretada exclusivamente para que el colegio construya en esa zona un complejo deportivo.

En el 2003 la gestión de Luis Castañeada ratificó esta mediante la ordenanza n° 1081, correspondiente al reajuste de los usos del suelo del distrito de San Juan de Lurigancho.

Pese a estos amparos legales, Burgos se empeña -por razones, francamente, incomprensibles- en reclamar para el municipio la zona en disputa. Este alcalde no piensa en la inversión que ha hecho el colegio, a lo largo de sus 47 años de existencia, en ese lugar. No toma en cuenta que su afán por construir un simple parque zonal dejará sin espacio la educación de 3600 alumnos.

Cualquier autoridad gubernamental, con el mínimo de razonamiento común, optaría por privilegiar la educación de sus ciudadanos, pero ese no es Burgos. Con este ‘capricho’ no hace más que confirmar que es un dictadorzuelo con delirios de grandeza, que cree que en SJL puede hacer lo que se le venga en gana.

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