Faltan pocos días para que el actual gobierno concluya, sin solucionar, el debate de los transgénicos que empezó en el 2002
¿Qué le espera a la Asociación de Exportadores (ADEX) en el debate de los transgénicos, faltando menos de un mes para que termine el gobierno de turno? Por un lado, la gestión aprista culminará el próximo mes y, por el otro lado, el gobierno de Ollanta Humala atentaría, según su plan de gobierno, la predominancia de las exportaciones para el mercado nacional.
La importancia de esta asociación para el ingreso de capital resulta indiferente para las autoridades políticas, que no solicitaron la participación de ADEX en la comisión multisectorial, para reglamentar el ingreso de transgénicos
¿Será por eso que ADEX pasó a un segundo plano? ¿Será igual en el gobierno de Ollanta Humala?
¿Negocio bajo la mesa?
La competencia de ADEX en la comisión es importante, porque reúne a un número considerable de agroexportadores, organizados en comités dedicados a la agroindustria, que manejan una cartera de clientes que consumen productos orgánicos. Su posición parte de las alteraciones genéticas que ocasionan estas semillas, como sucedió en la ciudad de Monsanto, donde los cultivos transgénicos alteraban desde la salud de animales experimentales hasta la fertilidad de la tierra.
Además de los temas de salubridad, el negocio de exportar productos transgénicos viene en caída en el mercado internacional. Hasta el 2009 eran 196 países -la mayoría de Europa- que prohibieron el cultivo transgénicos. La preocupación de Juan Virilias, presidente de ADEX, no es para menos pues la comisión cuenta con menos de un mes para emitir un informe con sus recomendaciones. "Resulta preocupante que no se haya considerado a una entidad gremial representativa del sector exportador”, declaró.
A pesar de la importancia de ADEX, la falta de diálogo gubernamental llegó a su punto más álgido en el 2008. Por aquel entonces, luego de que Alan García impidiera la publicación del Proyecto de Reglamento de Seguridad, el asesor del Ministerio de Agricultura, Alexander Grobman, insultó al directorio de ADEX, tildándolo de “ignorante” por defender el cultivo orgánico. Lo que debió ser un debate para la opinión de economistas resultó en un debate interminable hasta el día de hoy.
En la actualidad, el ministro de Agricultura, Jorge Villasante, declaró para RPP que no habría ningún problema si la comisión multisectorial pidiese la derogatoria del reglamento sobre transgénicos. Además, Villasante sostuvo que el tema será exclusivamente evaluado por el Ministerio de Agricultura (MINAG), mas no por el Consejo de Ministros.
El ministro también señaló un punto importante, que justifica la ausencia de ADEX en la comisión multisectorial. Como recalca Villasante, aún no hay pedidos formales para el cultivo de semillas transgénicas en el Perú y, si se presenta el caso, deberán pasar procesos de evaluación que podrían demorar tres años.
En otras palabras, hasta el momento los agricultores tienen la posibilidad de escoger qué semillas quieren utilizar.
¿Y por qué no se habría citado a ADEX en la comisión? La razón es que el gobierno toma interés por el consumo interno de los productos transgénicos, porque en el extranjero cada país negocia legislativamente su venta. En este sentido, ADEX tiene menos protagonismo por su salvo sus intereses comerciales con el exterior o los negociados que podría entablar con sus gremios.
Por otro lado, el ministro de agricultura, Rafael Quevedo, es directivo de la empresa El Rocío S.A., que tiene como principales insumos las semillas de maíz y soya; además, Alexander Grobman, que insultó a la directiva de ADEX, es presidente de la Asociación de Desarrollo de la Biotecnología y de la empresa Semillas Penta S.A. Estos dos personajes forman parte de la comisión. Parece no resultar extraño por qué no se consideró a ADEX en la discusión.
Depende de cada país
Ya han pasado tres años desde el incidente, y la posición de ADEX contra el cultivo transgénico aún persiste. Descontando la voluntad estatal de incorporarlo en la comisión multisectorial, ADEX realizó conferencias para informar sobre los alcances de la producción transgénica, en referencia a los estándares internacionales.
Si bien el protocolo de Cartagena reconoce que el cultivo transgénico es un riesgo para la salud y la biodiversidad, cada país tiene la libertad legislativa de prever su consumo. “La ley de transgénicos es bastante rara: hoy cuenta con el reglamento, pero no se puede aplicar y hasta que no se solucione el ingreso, es ilegal la producción de los Organismos Vivos Genéticamente Modificados (OVM)”, afirmó Liko Rogovich, miembro de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental.
Por su parte, el ministro Villasante sostiene que, como el reglamento viene siendo debatido desde el 2002, se exige una libertad de uso de las semillas bajo los estándares de salud correspondiente. Sin embargo, el ingreso ilegal de semillas no es responsabilidad del MINAG, sino otro tema que el Consejo de Ministros deberá analizar.
¿Primero aplico el reglamento de transgénicos y luego fiscalizo? ¿O fiscalizo un problema derivado de un reglamento que no se aplicó? La responsabilidad conexa de este problema también corresponde al sector salud, que debería normar y empadronar las semillas aprobadas para el consumo nacional. En este sentido, hay la libertad en el agricultor en elegir su producción, por lo que la participación de ADEX se basa a estándares internacionales de salud, que legislativamente depende de cada país.
¿Qué nos depara el nuevo gobierno?
Partiendo que el Estado toma parte por la salud pública, el primer plan de gobierno del virtual presidente Ollanta Humala no resulta prometedor para ADEX. La página 72 del plan nacionalista prácticamente condena los avances de la globalización, que hizo de la exportación una medida del neoliberalismo para perjudicar el desarrollo del mercado interno.
“Nuestro objetivo es transformar el actual patrón primario exportador de crecimiento económico (…) [Proponemos] Desconcentrar y descentralizar el aparato productivo mediante la expansión y creación de mercados internos desde sus regiones”, señala el plan de gobierno.
Lo que finalmente establece el plan es la detención momentánea de la política agroexportadora para reinvertir en el mercado interno, así habría mayor inclusión de competencia nacional en el mercado internacional. Sin embargo, ¿qué será de los exportadores mientras se lleva a cabo esta reforma? La incertidumbre parece empeorarse con el siguiente enunciado del plan nacionalista, respecto a las alianzas con las organizaciones agrarias.
“Promoveremos la asociatividad y la organización empresarial y social de las comunidades campesinas y nativas, así como de los campesinos y productores agrarios, en particular, los de la pequeña agricultura”. En otras palabras, la economía nacional de mercado abierto al mundo.
¿Qué significaría esto para ADEX en su deseo de debatir sobre los transgénicos? Siguiendo la línea del actual gobierno, que enfatiza la producción nacional, la economía nacional de mercado es una propuesta que no considerará a los exportadores. Como señala puntualmente el plan, el ingreso del mercado interno al comercio internacional será organizada mediante asociativas que no necesariamente coincidirán con el uso de transgénicos.
Como la meta nacionalista es la descentralización económica en un primer plano para luego pasar a la exportación, las posibilidades que tiene ADEX para incidir en el uso de transgénicos vendrían por sus agremiados para mellar en la producción. Es decir, serán las bases de la asociación quienes podrán decidir su futuro, porque ante este nuevo plano de desarrollo nacional los intereses comerciales cambiarían sustancialmente.
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