O al menos así lo aseguran los Abril, los supuestos dueños. Y no sólo de la última "Maravilla del mundo", sino de un terreno cuya área asciende a más de 32 mil hectáreas y que se extiende desde los Andes cusqueños hasta su zona selvática. Pero lo que puede parecer un disparate a simple vista quizás no lo sea. El punto es que dichas familias mantienen procesos judiciales abiertos en contra del Estado y, en caso de perderlos, apelarán a la justicia internacional.
David y Goliat
Resulta curioso que, de las dos partes involucradas, la única que ha explicado al detalle su punto de vista legal a los medios haya sido la denunciante. Además de ampararse en decenas de documentos aparentemente oficiales. El caso más ilustrativo es el de las hermanas Gloria y Roxana Abril, quienes otorgaron una entrevista al portal web Valicha y no escatimaron en detalles ni antecedentes para explicar la legitimidad de su reclamo. En la conversación que mantuvieron con la periodista Patricia Marín, señalaron que eran descendientes directas de Mariano Ignacio Ferro, otrora dueño de las hectáreas en las que se edifica nuestro patrimonio cultural más emblemático.
El Estado, por el contrario, ha decidido mostrar una irresponsable indiferencia a este asunto. El único alto funcionario que se ha pronunciado sobre el tema es Jorge Zegarra, director del INC en Cuzco, que afirmó que el Poder Judicial ha fallado en repetidas veces a favor del Estado Peruano y que estas familias deberían renunciar a este terco afán que lleva más de 25 años. Está claro, en todo caso, que luchar contra el Estado a través del mismo Estado no es fácil. Menos cuando los riesgos de ganar implican una millonaria indemnización y un escándalo de escala mundial. Recordemos que, a los ojos del mundo, Machu Picchu es el Perú.
La analogía entre David y Goliat es inmejorable.
La historia de los “dueños”
En el año 1904, Mariano Ignacio Ferro Mendoza adquiere una propiedad llamada Cutija, cuya extensión de 34 mil hectáreas abarcaba varias haciendas y, entre ahora otros patrimonios de la humanidad, el Camino Inca y Machu Picchu. La hija de don Mariano, doña Tomasa Ferro Vizcarra, hereda las tierras luego de la muerte de sus padres y contrae matrimonio con José Emilio Abril Vizcarra. Las hermanas Gloria y Roxana son las nietas de Tomasa y José Emilio. Es decir, descendientes directos.
Hasta aquí, no hay un motivo claro para creer ciegamente en las hermanas Abril. De no ser por este dato adicional: José Emilio, abogado de profesión, ofreció al gobierno en el año 1928 que le expropie las tierras en pro de la exploración arqueológica de Machu Picchu. A cambio pidió un pago de un monto no mencionado. Y en 1938 el gobierno aceptó la oferta mediante una resolución ministerial emitida por el entonces Ministerio de Educación Pública (ahora Ministerio de Educación). El documento redactado por don José Emilio Vizcarra existe y contiene 85 folios, así como la resolución ministerial.
¿De qué estamos hablando, entonces? ¿De un acto justo y de buena fe por parte del Estado que fue contaminándose al ritmo del crecimiento de las ganancias turísticas por Machu Pichu?
Las hermanas Abril iniciaron el proceso judicial en el año 2001 y lo reiniciaron en el 2003. Asesoradas jurídicamente por el Doctor Salinas. Lo único que exigen es que se revisen adecuadamente los documentos con los que cuentan y emitan un fallo imparcial. Así esto implique llevar el caso a una corte internacional. Además aseguran que están dispuestas a negociar con el Estado pues de ningún modo quieren apropiarse de esas tierras, sólo que se les reconozca lo que es justo.
Como dato adicional, don José Emilio colaboró en la creación de famosa ley 6624, que estipula que todos los vestigios de la civilización Inca en nuestro territorio deben pertenecer al Estado Peruano.
Esperemos que este conflicto llegue a buen puerto y no se aplique la figura del capataz abusivo que humilla a sus indios.
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