*** Por José Barreto
La música es el canal por el cual discurren nuestros demonios. Madera, metal, cuerdas y hoyos son conjugados por músicos para emitir los sonidos que habrán de llevarnos a exudar alegrías y otras emociones. Pero existe en el planeta un demente, un ‘loco’ profesor que, a punta de transistores, máquinas y perillas, sin ser él músico, desata sinuosos contoneos y la insania catártica en los que oyen su “música”, envolviéndolos en una atmósfera relajada y alucinógena, arrullándolos con un bajo constante y una percusión abrasadora… perfecta para estimular el interior de alma.
Aquel demente es Neil Fraiser, alias Mad Professor (El Profesor Loco). Hoy es un reconocido productor de música, tiene su propio estudio de grabación (Ariwa) y es uno de los más grandes exponentes de un alucinante género de música derivado del reggae en los años 60 llamado Dub. Ese demente viene al Perú, pero hoy maneja bajo la gélida nieve de Londres y Neil, irreverente como es, ríe a la distancia cuando le comento que está siendo grabado desde Lima. Y como no podía ser de otra manera, la electrónica juega un papel primordial en la conversa: Él conduce y me habla por videoconferencia.
Antes de producir a bandas como los “Beastie Boys” o “Masive Attack”, antes de explorar con otros géneros que no fueran el reggae, ya eras conocido por tus locuras con la mezcladora y por liberar de la monotonía los temas que producías gracias a tus conocimientos electrónicos. ¿Cómo así surge tu inquietud por la tecnología abocada a la música?
Si quieres que sea específico, no lo sé. Pero debió haber sido allá por el año
Ya me imagino de dónde viene el apodo de Mad Professor…
[risas] En realidad surgió desde que era niño. Era muy curioso y estaba fascinado con todos los equipos eléctricos que teníamos en casa. Le pregunté a mi mama cómo funcionaban y no supo responderme. Entonces, un día abrí la radio completamente. Mamá se molesto muchísimo porque no sabía cómo arreglarla y me hizo ir a la biblioteca a conseguir un libro sobre radios y fue así como todo empezó. Otros niños empezaron a llamarme ‘professor’ porque siempre estaba haciendo cosas como esas, tú sabes, siempre construyendo cosas.
Entonces ¿Eres un músico o un electrónico?
Si me pones en un cuarto donde hay instrumentos musicales y al lado, efectos, mezcladoras y procesadores de sonido, indudablemente me seducirá el segundo grupo. No soy músico, pero me fascina la idea de hacer bailar a la gente, volverla loca con la tecnología.
El Dub es un género musical, me dices que no eres músico, pero eres uno de sus más grandes exponentes. ¿Cómo así nació este género para ti?
Yo recuerdo que antes de 1970 la música no tenía muchos efectos de eco o reverb. Sonaba plana y no había una marca característica que me permitiera reconocer el trabajo del ingeniero o el productor del disco. Pero alrededor de 1972, un par de cosas pasaron. El lado B de los discos comenzó a ser la versión instrumental del lado A. Sumado a ello, apareció la figura del DJ, quien sobre la versión instrumental agarraba el micrófono y agregaba frases. Años más tarde se popularizo y tomo el nombre de rap. Cuando se hacía lo mismo sobre reggae, recibió el nombre de ‘toasting’. Mi aporte fue la tecnología. Mi voz era la de los transistores, ecos y el reverb.
¿Y no tenían problema con usar música de otros para hacer la suya?
Para nada. Estas nuevas versiones se volvieron muy populares y comenzaron a ser incluidas en los discos de los artistas. Ahora el ingeniero de sonido podía desde remover sonidos y ponerle eco a la voz del DJ y crear algo más exótico.
Tú has hecho cosas exóticas. El “Dub me Crazy, The African Connection” es uno de tus más recordados discos. ¿Harás algo con música peruana en tu visita?
Es la primera vez que un productor de tus características viene al Perú y se empeña no sólo por dar conciertos, sino también por difundir sus conocimientos. ¿Qué te motiva a hacer estas cosas?
El simple hecho de hacer algo. Producir algo. Lo que sea. De lo contrario, estaré muerto. Conduzca o no a nada, pero siempre es bueno hacer algo. Personalmente, aunque tenga que pagar para que un músico venga a mí estudio e improvise sobre mis ritmos y yo pueda trabajar, yo me sentiré vivo al encenderse esa chispa de creatividad en mi cabeza y pueda ‘parir’ un nuevo concepto. Si no, estaré muerto… estaré muerto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario