lunes, 27 de junio de 2011

Viviendo con las tradiciones ancestrales

Al verlo, muchos pensarían que es un gringo de esos que vienen al Perú a hacer turismo ecológico o vivencial, incluso podría pasar por hippie. El pelo largo atado en una cola de caballo, la barba crecida, las ropas holgadas de tonalidades color tierra, las ojotas negras y la sonrisa tranquila no reflejan a un limeño que, trabajador o estudiante, trepa a las combis en las mañanas y camina a la defensiva en las inseguras calles.

Enzo Ozhn Trosso Toranzo nació el 8 de febrero de 1972 y vivió con sus padres, su hermano mayor y sus dos hermanas menores en la casa familiar de San Isidro hasta terminar la secundaria. Luego de vivir fuera del país por casi quince años, regresó en 1999 pleno de conocimientos de la medicina tradicional nativo-americana e india. 

Actualmente se dedica a tiempo completo a ofrecer productos naturales (tiene como principal punto de venta la Bioferia de Miraflores) y tratamientos de sanación que ayuden a recobrar la salud de manera integral, además atiende consultas personales en su taller o a domicilio.


Los inicios

Es paradójico, pero descubrió la medicina y los conocimientos ancestrales de su país muy lejos de él. En el año 1984 viajó a Inglaterra para estudiar Economía Social en la prestigiosa ‘London School of Economics’. Lejos de casa, cayó enfermo por una afección a los bronquios y sufrió de altísimas fiebres. “La universidad cubría los gastos médicos de los estudiantes que vivían cerca del campus. Yo estaba lejos, así que tenía que ver cómo me sanaba”, dijo.
No teniendo los medios para pagar a un médico particular, y gracias a la información de algunos amigos, optó por la medicina no tradicional. Recurrió a la práctica del Shingon, basada en la respiración y la meditación concentrada, además de una alimentación natural, y obtuvo más que buenos resultados. 

En esa misma época simpatizaba con las ideas marxistas y comunistas. Recordando esos años, Enzo reflexiona sobre las doctrinas que, según él mismo, lo llenaron de resentimiento y lo alejaron de Dios: “Mi espíritu se secó, necesitaba limpiarlo, curarlo de alguna manera”. El aprendizaje del  Shingon fue el inicio de su historia.
Entre Europa y  América
Fue también en Londres donde conoció a un maestro peyotero quien lo introdujo en la tradición nativa mexicana. Enzo decidió participar de los diferentes rituales para ser parte de la ‘Tradición del Fuego Sagrado’. Su guía fue Aurelio Díaz Tepankalli, el jefe del ‘Fuego Sagrado de Itzachilatlan’.
Su iniciación consistió en un largo proceso de ceremonias de espíritu, las cuales recién culminó hace dos años. La ceremonia de las Pipas Sagradas fue el primer paso para recibir la sabiduría ancestral.  ‘La cabaña del sudor’, ‘La búsqueda de Misión’, la ‘Danza del Sol’ y la ‘Danza de los Espíritus’ completan la formación del aspirante.
La cabaña del sudor’ es conocida en diferentes culturas de Latinoamérica como el Temascal, uno de los rituales más antiguos, que consiste en un encuentro con la tierra, sobre la que se construye una cabaña. Dentro de la cabaña, varias piedras al rojo vivo ofrecen la sensación de estar “en el vientre sagrado de la madre tierra”. “En esta ceremonia de meditación y purificación se ora a la sabiduría ancestral para conseguir la sanación del alma y el cuerpo”, según Enzo.

Las danzas son rituales de agradecimiento, donde los participantes rezan y cantan durante  días alrededor de un árbol rodeado de ofrendas. Para Enzo, rezar y cantar con sus hermanos, como los llama, además de ofrendar y picchar coca con todos, es un ya un hábito en sus constantes visitas al poblado de Paucartambo en el Cusco.

Es allí donde habita la comunidad Q’ero, custodios ancestrales del rezo sagrado con hoja de coca. Enzo los conoció a su regreso de Europa, pues, a la par con su formación en la tradición nativa mexicana, estuvo en permanente contacto con ancianos maestros cusqueños y ecuatorianos, quienes le compartían todas sus tradiciones andinas.

Una vez en Paucartambo, aprendió del espíritu de la mama coca, del rezo que se le ofrecía y de cómo podía abrir las puertas del corazón. Además fue testigo de una ceremonia de adoración que ofrecían los lugareños a los puquiales (fuentes de agua que nacían de los nevados), pues les atribuían grandes poderes medicinales. La ‘paga’ por la utilización del agua consistía en una ofrenda de agradecimiento al apu, y sólo cuando esta se daba, se podía utilizar el agua para diferentes fines.


Hasta hoy, Enzo acude periódicamente al nevado de Ausangate y trae sus aguas a Lima. Las utiliza en la purificación de personas y hogares, y para sanar diversos males, y las comercializa en botellitas de diversos tamaños.

Su relación con los apus va aún más allá: Constantemente se instala en las montañas entre cinco, siete o incluso trece días para realizar lo que denomina ‘búsqueda de misión’, una actividad que lo ayuda a definir y aclarar sus objetivos en la vida a través de la meditación y el ayuno. “Se puede ir solo, pero la mayoría de las veces, voy en grupo con hermanos de espíritu, con quienes tengo una relación profunda”. La altitud de esas montañas bordea los 5500m.s.n.m. y las inclementes condiciones los acompañan a lo largo de su estadía.

Dentro de su amplio bagaje de influencias espirituales, también está la hindú, pues se reconoce discípulo de Sri Mata Amritanandamayi Devi, más conocida como la madre Amma o la madre santa de la India. Ella ha ocupado 30 años de su vida al servicio de los más necesitados, llevando a cabo obras caritativas alrededor del mundo. 


Miles de seguidores la consideran una gurú que aconseja y consuela a los afligidos con afecto y compasión. Entre ellos, se encuentra Enzo, quien la considera como un ejemplo de vida y una constante inspiración, desde el año 1997, cuando la conoció personalmente en Estados Unidos. Después de algunos años, la volvería a ver en España y Chile.

Un día ‘típico’
Tal vez no exista un día típico en su vida, pero lo que se repite es su rutina de trabajo, por lo menos los días lunes y  miércoles, en los que se dedica a la preparación de sus productos. Y claro, los sábados, día en el que estos se venden en la Bioferia. Los demás días, puede estar entre curaciones, ofrendas de purificación, ritos para la limpieza de hogares y consultas personales.

Cada vez que alguien acude a una consulta o simplemente va a conversar a la antigua casona barranquina, donde funciona su taller, Enzo realiza un rito de purificación, luego puede empezar la consulta.

La antigua casona se encuentra paralela al malecón de Barranco, en una zona donde parece que el tiempo se hubiera detenido. La fachada con el número 230, donde aún se exhiben los carteles del que una vez fue el colegio particular ‘San Carlos’, es el que comparten cuatro familias, cada una de las cuales ocupa habitaciones no siempre contiguas. Enzo, por ejemplo, tiene una especie de sala en el primer piso y toda la azotea donde está ubicado su taller.

Es una amplia habitación rectangular y, a simple vista, parece un laboratorio químico-natural pues tubos de ensayo, probetas, vasos de precipitados y matraces llenos de aceites multicolores se entremezclan con yerbas y plantas aromáticas. Al centro, una gran mesa metálica es la protagonista de las mezclas y preparaciones, y donde los participantes del taller embotellan o empaquetan los productos.

Salvo por esa mesa, todo lo demás tiene tonalidades más cálidas: estantes de madera, banquitos, reposteros ocres, verdosos, plantas secas, souvenirs de otras latitudes, un pequeño altar para la madre Amma y armarios de todas las formas, donde se almacenan botellas y recipientes.

En la habitación se respira una combinación de fragancias aromáticas y todo parece estar organizado. “Enzo es bien ordenado. No le gusta que cuando preparamos algo, dejemos las tapitas o las botellas en cualquier sitio, si sobra algo, lo debemos guardar al momento. Eso he aprendido de él”, cuenta Ángel, quien lo ayuda en el taller desde hace dos años, y que vive en la misma casona con su esposa y su hija de tres años.

Se conocieron en el Cusco, cuando Ángel trabajaba en el Instituto Taky, de promoción de instrumentos musicales andinos. Se había graduado de guía turístico para dedicarse al turismo místico, pero se dio cuenta de que ese rubro estaba repleto de ‘brujos’ sin preparación alguna, quienes se dedicaban a engañar a los turistas y que lo que único que sabían hacer era el ritual del ayahuasca. “No quería trabajar así, quería hacer algo diferente”. Ángel también se encontraba en medio de una búsqueda personal, por eso vino a Lima con Enzo. “Eran amigos con el director del instituto Taky,  fue él quien nos presentó.”

Talía, otra participante del taller, está aquí hace sólo dos semanas, pero se conocen poco más de dos años, a través de la Bioferia. El trabajo de Talía se conecta con el de Enzo en varios puntos: Se dedica a hacer terapias de relajación, que buscan alejar el estrés de sus pacientes y ayudarlos a alcanzar una salud equilibrada. Para ello les practica masajes y aromaterapia. Aceptó ser parte del taller por sus deseos de aprender. “Vengo porque me encanta que Enzo nos enseñe, es minucioso y paciente. Siempre comparte sus conocimientos, no es egoísta”.

Giovana y Liliana, también participan del taller. “Giovana ya tiene como cinco años aquí”, cuenta Talía, “es la que más sabe, Enzo le ha enseñado la preparación de todos los productos. Liliana es la más capa en la organización de las ventas, ella maneja el inventario y lo ayuda en todo lo que son las ventas”, agrega.

El modelo de trabajo del taller es simple: los lunes se invierte el dinero ganado el sábado y se compran los insumos para hacer los preparados, los que se encuentren en Lima, pues la gran mayoría se mandan traer desde San Pedro de Casta, en el valle de Santa Eulalia o en las diferentes comunidades de Q’ero, en el Cusco. Los lunes, además, se realiza la limpieza del taller y se deja todo listo para la faena semanal. Los miércoles son los días en los que se dedican a tiempo completo a la elaboración de productos.

Su familia
Para congregar a sus hermanos de espíritu y a todos los que les agradara su filosofía de vida, Enzo creó la Fundación para la paz Tawa Apu Kuntur, que además serviría para comercializar sus productos y llevar a cabo los proyectos y actividades que tiene. Tawa Apu Kuntur significa cuatro cóndores sagrados, “debido a la antigua profesía de que el cóndor sería el que restauraría los fuegos sagrados originales”, aduce Enzo y porque “en el mundo andino, el cóndor simboliza conciencia espiritual elevada.”

Cuenta Enzo que este grupo “busca vivir en una sociedad mejor para vivir una vida de paz”. Realizan diferentes actividades, como rezos a las montañas, visitas a los nevados, ofrendas y peregrinajes. Y de la misma manera como extraen insumos para llevarlos a Lima, la organización se preocupa por la preservación del medio ambiente.

Junto a Mauricio, su hermano, formó Tawa Apu Kuntur S.A.C., él es quien se ocupa de los aspectos legales y administrativos de la marca con la que se comercializan los productos elaborados en el taller.

La vida para alguien tan místico, tan metódico y cuidadoso de sus prácticas es “una hermosa oportunidad para continuar creciendo en espíritu, postrado ante los pies benditos de nuestro padre y nuestra madre, y así cumplir con nuestro destino, viviendo en paz, con amor y felicidad, en solidaridad con los más necesitados.” 

Además, necesita dejar personas encargadas de la organización en Lima pues, desde marzo de este año, ya no vive en la casona de Barranco. Ahora su hogar está en la sierra de Córdoba, Argentina, junto a Lakshmi, su esposa y la wawita que llegará al mundo a fines de este año. “Nos fuimos por decisiones familiares, pero planeamos regresar el 2012 para vivir en el Cusco”, anuncia con un brillo especial en la mirada.

Sigue la vocación de servicio que tiene su maestra, la madre Amma, pues cuando vivía en Lima, entregaba alimentos en las zonas más deprimidas de Lima y, luego del terrremoto sufrido en Pisco y Chincha, llevó agua bendita y oraciones a los pobladores. Actualmente en Argentina, visita semanalmente en los hospitales a niños y ancianos para hacerles compañía. ‘Poder hacer las cosas lo mejor posible’, parece ser la máxima de su vida.

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